jueves, 7 de mayo de 2020

La reciente incursión mercenaria contra Venezuela

 La incursión mercenaria contra Venezuela: realidades y retos

 

Por Ernesto Wong Maestre (*)

 

La incursión armada contra la Nación venezolana dirigida desde organizaciones de Colombia y de EE.UU, por grupos de mercenarios en tres puntos geográficos del país, con el centro focal en la capital Caracas, debe comenzar a comprenderse en razón de los primeros datos informativos recibidos, de escuchar los testimonios de algunos de sus protagonistas y de relacionar todo ello con las propias declaraciones de los gobiernos agresores emitidas con anterioridad en más de quince años, con varios momentos intensos a partir de 2013 con el lamentable fallecimiento del entonces Presidente Hugo Chávez Frías. Para avanzar en ese necesario estudio, se proponen aquí algunas las reflexiones que se constituyen como retos del conocimiento dirigidos a ejercer una defensa más integral de la Nación por parte del pueblo venezolano convertido en fuerza organizada competente y capaz de defender su revolución.

 

Primer Reto: La amplia operación autodenominada por sus organizadores Gedeón, hasta ahora no totalmente revelada en todos sus componentes operacionales, por razones del propio fracaso inicial, forma parte de un plan estratégico de naturaleza geopolítica agresiva o fascista elaborado desde varias instancias de poder del gobierno de los EE.UU, y ejecutado en esta fase mediante un plan operacional con mercenarios y el gobiernos lacayo de Colombia, tal y como lo establecen los preceptos de la actual doctrina militar estadounidense dirigidos a minimizar los riesgos políticos para esa coalición de grupos ultraconservadores dentro del Estado federal: el uso de mercenarios y los segmentos juveniles identificados con el “american way of live”. La apurada declaración de Mike Pompeo, a pocas horas del fracaso militar, de intentar proteger a sus mercenarios connacionales apresados y amenazar a Venezuela si no los deporta, importándole un bledo sus mercenarios venezolanos capturados, es muestra de lo que pudiera significar políticamente otro fracaso de aventuras bélicas con sus estadounidenses, en territorios fronterizos a Venezuela donde ejercen todo su poder y a donde sus corporaciones dirigen cuantiosas inversiones, sea en su colonia colombiana, como en la pseudocolonia Panamá, o en territorios caribeños de sus aliados de la OTAN. 

 

Segundo: Tal operación está concebida en tiempo y espacio para el contexto de una supuesta “desmovilización social” por la Cuarentena decretada oficialmente desde mediados de marzo debido a la pandemia causada por el Covid-19 y en un contexto mediático internacional que para la visión del agresor le tiende a favorecer, toda vez que éste ha preparado, a lo que consideran su “opinión pública internacional”, durante más de seis años, para conseguir el mayor respaldado a su obcecado fin de “cambio de régimen” con posturas negativas hacia el presidente venezolano Nicolás Maduro quien –dicho sea de paso- fue reelecto de forma libre y soberana por el pueblo en mayo de 2018, en una contienda electoral con participación de partidos de oposición y ampliamente garantizada la participación popular. De la identificación de esta operación Gedeón con los intereses, intenciones y geoestrategias del gobierno de Trump no debe quedar dudas puesto que ella fue precedida no solo por acciones antivenezolanas de política exterior, como es el acoso y despojo financiero o el bloqueo comercial y económico, también extraterritorial,  sino por reiteradas declaraciones de corte ideológico contra del socialismo en los marcos de la política interna, las cuales denotan, tanto el ascenso vertiginoso de esas ideas en la política criolla estadounidense como la aceptación cada vez mayor en los planos mundiales de la justeza de la causa bolivariana –igual que la martiana- lo que es considerado desde hace más de cuatro años “la amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad, no de la Nación norteamericana como arguyen los ultraconservadores, sino del establishment dominante en EE.UU. La operación Gedeón fue preparada por los manuales de guerra del dúo Pentágono-CIA y ejecutada centrando su atención en las grandes ciudades, en este caso Caracas, creando puntos potenciales de proyección para acciones futuras de su correspondiente Comando del Ejército como es el aeropuerto de Maiquetía, y atacando tipo “pinzas” por pequeños comandos fuertemente armados acompañados de grupos de delincuentes o narcotraficantes chantajeados o cooptados y apoyados en cierta población criolla descontenta, sobre cada objetivo que se van trazando desde que inician operaciones. Todo pensado con una linealidad característica del pensamiento soberbio, prepotente y oportunista que ha caracterizado la conducción de la política guerrerista de EE.UU. 

 

Tercero:  La capacidad de acción colectiva defensiva del Estado venezolano –como categoría de la teoría política- donde se debe considerar esa integración cívico-militar que viene desarrollándose desde 1999, y ahora como unidad cívico-militar-policial entre los propios integrantes del cada vez más amplio Bloque Histórico (pueblo organizado en gobierno, asociaciones, partidos y movimientos sociales de amplio espectro, consejos comunales, grupos de tareas especiales, entre otros tipos)  que lideran en cada una de las batallas emprendidas por la defensa de la soberanía, la libertad y la independencia, es algo crucial para comprender como transcurre el desenlace del conflicto que se está viviendo hoy, 6 de mayo en Venezuela, a partir de iniciar la operación cívico-militar-policial “Negro Primero” que derrotó la operación mercenaria Gedeón. Al mismo tiempo, todo ello debe evaluarse, en su más amplio sentido, como ejercicio de autoestima y autoreconocimiento de identidad nacional del propio Bloque Histórico, algo que el adversario no logra comprender, y si lo lograra, no lo tuviera en cuenta, por razones de utilidad y de la misma naturaleza de sus intenciones expansionistas a base del mercenarismo y de posturas desclasadas de ciertos elementos sociales dispersos y fragmentados en grupúsculos.

 

Cuarto: Por tales razones, la alta capacidad de acción colectiva (CAC) del Bloque Histórico, liderado por el Presidente Maduro y el equipo unido de gobierno, es al mismo tiempo subestimada por algunos grupos del “establishment” estadounidense y enmascarada o ignorada por otros que son quienes contratan a las empresas, como la tal Sylvercorp que hacen las guerras por encargo, y éstas, apoyadas logísticamente por otras instituciones de EE.UU como la NSA para la información satelital y de internet o la DEA para cooptar o chantajear a cabecillas del narcotráfico y de la delincuencia que se le anexa,  planean operaciones tipo Gedeón donde casi todas sus acciones se instrumentan, sean con mercenarios armados o de cuello blanco, o con uniforme militar –para lo cual manipulan a muchos de sus contratados con la falsa bandera de “la captura del dictador” o de “ayudar a liberar a Venezuela”- a partir de macabros planes de guerra, desestabilización política, búsqueda a toda costa del pretendido caos social, derramamiento masivo de sangre e intervención militar estadounidense para derrocar al gobierno bolivariano, detener el proceso de transformaciones sociales, esencia de la Revolución Bolivariana, y poder apoderarse de los recursos y riquezas de la Nación, y con ellos una supremacía de dominación mayor sobre Nuestra América con el fin de tratar de contrarrestar y detener el poderío creciente de la China socialista de Mao Tse Tung y Xi Jinping, y evitar también el fortalecimiento de las posiciones aliadas de los gobiernos de Rusia, Irán, Bielorrusia, Turquía, entre otros actores, en la región considerada como “el patio trasero” del imperio.

 

Quinto: Quienes en el establishment enmascaran o falsean la realidad venezolana a ex profeso, conocen casi plenamente lo que va a suceder con sus planes injerencistas e intervencionistas contra la Revolución Bolivariana, haciendo caso omiso y violando el derecho internacional,  no solo previendo las presiones políticas que ocasionarán para tratar de obligar al Bloque Histórico a ceder posiciones y al gobierno a negociar -en condiciones menos favorables para la Revolución- con los relevos políticos que preparan para sustituir a Juan Guaidó quien, con este fracaso, es el “culpable” más evidente, sino también los provechos mediáticos contrarrevolucionarios antisocialistas a conseguir para respaldar su política exterior de acoso, de uso intenso de fake news y bloqueo contra Venezuela, Cuba y Nicaragua,  y su política interna dirigida por el llamado Estado Profundo (Deep State) de corte antisocialista con la anacrónica bandera anticomunista que aún tiene sus efectos perversos en muchos segmentos sociales, no solo de EE.UU sino en casi todos los países del mundo. De ahí es que Trump haya estado en los últimos meses exigiendo al pseudopresidente colombiano Iván Duque hacer algo o “cumplir con su deber” contra la Revolución de Venezuela pues pareciera que a través de su amplia población colombiana de unos 6 millones de personas residiendo en territorio venezolano sus imaginarios constituyen políticamente los principales testimonios de las bondades de la Revolución para con esa población. Eso lo han estudiado ampliamente los llamados “tanques pensantes” yanquis a través del Big Data que controla la NSA ya que son evidentes dos realidades que les aportan las estadísticas psicográficas y de intenciones políticas o de imágenes compartidas: una,  la referida a los millones de población de origen colombiano, pues la gran mayoría no puede ocultar en sus comunicaciones ante sus familiares que quedaron en Colombia la realidad venezolana, sus beneficios para ella en servicios gratuitos de salud, de educación y universidad, viviendas asequibles, así como su incomprensión o rechazo a lo que promueve Duque contra ella misma en su afán de debilitar al Gobierno Revolucionario. Todo ello es compilado y analizado por esos “think thank”. En lo más profundo, a los añejos sentimientos familiares contra la emigración forzada por la oligarquía colombiana, se unen los sentimientos de rechazo a los intentos de Duque-Trump de arrebatarles sus status sociales logrados en Venezuela. Ello explica en parte el “desmarque” también apresurado que ha intentado hacer Duque ante la opinión pública colombiana, al verse fracasado ante los demoledores argumentos expuestos por el Presidente Maduro desde pocas horas después del fracaso de Gedeón. Y la otra: esas mismas estadísticas acopiadas, compiladas y estudiadas a través del Big Data las compilan y estudian sobre la población venezolana que usa el correo o las redes por internet y las aplicaciones (APP) para los celulares y que muestran los cambios de opinión sobre el Presidente Nicolás Maduro en amplios segmentos sociales –insertos entre los dos bloques antagónicos de poder-  que hace dos años lo identificaban con peyorativos calificativos o términos de indiferencia, y desde hace más de medio año lo comienza a apreciar  -varios millones más de ciudadanos y ciudadanas- como un buen o aceptable protector y líder del proceso de cambios frente a los desmanes especuladores en el comercio controlado por la burguesía vendepatria. De ahí que haya elementos interesantes a considerar en los resultados aportados por el sistema del Carnet de la Patria y en las encuestas de Hinterlaces, dando cuenta –en términos de teoría política- de una mayor legitimidad y de estabilidad política con una mayor participación sociopolítica en la vida diaria venezolana, incluida la aceptación voluntaria y masiva de la Cuarentena anticoronavirus.   

 

Sexto: Es una necesidad definir debidamente las connotaciones ético-axiológica, geopolítico-geoestratégica, cívico-militar-policial y jurídico-internacional, de la operación Gedeón enmarcada en un plan mayor –como se ha dicho antes-  junto al Comando Sur del Ejército estadounidense que por la disposición de los puntos de desembarque de los mercenarios podría indicar un intento de garantizar, con un control del aeropuerto de Maiquetía, puerto de la Guaira, Puerto Cabello y Puerto La Cruz unas bases de apoyo para que tropas del Comando Sur se instalen, con el argumento falaz para la opinión pública internacional de proteger a la población venezolana del “dictador” y una vez ocupado esos territorios, sea más complicado vencerlo militarmente, con lo que el bloqueo marítimo a Venezuela, según las declaraciones de Trump lo podría implementar con mayor efectividad. Una vez hubiera iniciado esa etapa se darían órdenes de iniciar otros planes de agresión por las fronteras colombianas y brasileñas vinculados con los grupos de la contrarrevolución interna, y desde esos puntos ocupados por los invasores se incentivarían y respaldarían a otras redes delincuenciales para que se apropien con violencia de urbanismos y edificios donde es complicada la acción de las FANB y el país podría entrar en compleja situación sociopolítica. Hecho eso se estaría ante un caso semejante al de Siria 2011-2016 más que el de República Dominicana 1965 o Panamá 1989, donde el ejército de los EE.UU invadió, asesinó a cientos de personas y dominó sin encontrar mayor resistencia. Por ello, urge de inmediato describir articuladamente la planeación y los posibles objetivos inmediatos y mediatos que el agresor se planteó para la fase “sucia” a cumplir por la operación Gedeón, como son su logística para su puesta en ejecución, los territorios a controlar mediante el crimen indiscriminado y sus posibles apoyos de segmentos sociales desclasados. También, configurar las causas del evidente fracaso de la operación Gedeón, así como los significados y el sentido que cada connotación enunciadas al inicio tienen, tanto para el agresor, el gobierno de Donald Trump con su lacayo Duque, como para el agredido, el pueblo-gobierno de Venezuela liderado por Nicolás Maduro. Esas dimensiones de estudio constituyen necesidades imperantes cognitivas como base para ejercer con mayor poder la soberanía nacional y garantízar la defensa de la independencia para ganar la batalla antimperialista, no solo de Venezuela sino de todos los pueblos decididos a ser libres y de emanciparse por sí mismos y que aprecian esperanzadoramente los logros alcanzados por la Revolución Venezolana.

 

El reto es cognitivo y también para la praxis emancipadora porque como dice el apotegma: “La teoría sin praxis es nula pero la praxis sin teoría es ciega” y los neoliberales con su mente colonizadora intensificaron sus planes en los últimos cuarenta años para excluir de las escuelas y universidades el pensamiento crítico descolonizador y liberador que da luz en la batalla emancipadora. 

 

 

(*) El autor es graduado de Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (UH) 1977 y de Relaciones Internacionales en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) de Cuba en 1979. Se graduó en 1984 de Maestro en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana en Ciencias Sociales (FLACSO), sede de México y de Doctor en Seguridad de la Nación en el IAEDEN, hoy Instituto de Altos Estudios en Seguridad de la Nación (IAESEN) de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela (UMBV). Dirige actualmente el Centro de Estudios de Economía Política de la Universidad Bolivariana de Venezuela (CEEP) y es trabajador académico de postgrado en la UMBV en los temas de Integración, Soberanía y Epistemología del DIP mientras que en la Maestría en Política Exterior de Venezuela del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual (IAEDPG) es docente para las materias: Procesos-Organismos Internacionales y  Seguridad-Defensa.

 

 

 

 

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